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Estar con una mujer prepago es muchísimo más práctico y muchas veces incluso mejor que salir con una mujer común y corriente. Te lo digo yo, que soy una mujer prepago con todas las letras, de las que se le miden a todo, de las que tienes cerquita pero no sabes, porque tenemos lo que muchos llamarían una doble vida. Si buscas mujeres prepagos ya las encontraste.

He sido psicóloga, incluso –o algo así–, porque, por si no lo sabías, soy muy buena para escuchar. Por eso hoy no quiero que hablemos de mí; quiero que hablemos de Santi, que en realidad puede ser cualquiera. Puedes ser tú, y, sorpréndete: podría ser yo. Y claro, tampoco se llama Santi, así como yo tampoco me llamo como alguna vez te dije que me llamaba. Pero eso también es lo divertido, no rompe ninguna norma y es, en últimas, lo que le añade el picantico.  
 

¿Cuál es la aplicación de tu celular que más utilizas?

 
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No me tienes que decir. Seguramente es Tinder. O Bumble, si eres más sumiso y te gusta que tomen la iniciativa. No importa; todos sabemos que la aplicación que más revisas es esa de citas que todo el mundo tiene y que está ahí, al alcance de tu mano, mostrándote un ramillete maravilloso de chicas que puedes pasar a la derecha pero con las que no vas a coincidir en su totalidad y en la que, al fin y al cabo, lo único que haces es posponer –casi siempre involuntariamente– lo que estás buscando desde que la descargaste: una cita premium que te garantice por lo menos el polvo del que tanto estás antojado.

A Santi le pasó, y me lo contó una vez, después de terminar lo que él calificó como la mejor cita de su vida. Las pasaba a todas a la derecha y después de hablar con ellas mucho tiempo las invitaba a salir. No todas aceptaban, porque eso es lo que tienen esas aplicaciones: pereza, desinterés y dilatación, y no precisamente del tipo que nos gusta. Las salidas terminaban siendo costosas: recogerlas, llevarlas a comer, invitarlas a tomar algo después de la cena y regresarlas a su casa, manteniendo la esperanza hasta el final de conseguir, con suerte, por lo menos un beso. ¿Un beso? ¿Tan poquito? Sí. Tuvo casos de éxito, seguramente… pero son tan escasos que no los recuerda.
 

¿La solución? ¡Buscar una mujer prepago!


Santi comenzó a elegirla a su gusto; en nuestra web siempre supo que estaba dentro de un lugar seguro y pudo darle rienda suelta a sus deseos dándose el lujo incluso de elegir a una prepago distinta cada vez, llevándose lo mejor de cada una, repitiendo si se le antojaba, y consiguiendo al final, por supuesto, lo que buscaba desde el comienzo. ¿Para qué desgastarse deslizando tantas veces a la derecha en una aplicación de citas, si con una acompañante como yo podía tener todo en una? 
 
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¡Llegó el momento de tu cita premium!


Tú también puedes ser como el Santi de hoy: elegir a tu gusto, alternar, si quieres, salir con una de nosotras y comprobar qué es eso tan bueno que todos te cuentan. Corre a revisar nuestro catálogo por ciudades, conoce todo eso a lo que estamos dispuestas y elige la que más te convenza. ¿Qué estás esperando? ¡Elígeme a mí! Haz clic en mi perfil e invítame a salir.